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Tus límites los defines tú.

Ponernos objetivos es algo que hacemos continuamente a lo largo de nuestra vida. Sin embargo, en muchas ocasiones, nos resulta difícil conseguirlos porque requieren un esfuerzo importante sin garantía de éxito. Pero, ¿por qué hay personas que los consiguen y parece que nada les detiene? ¿Realmente es gente con suerte o con algún don especial para conseguir lo que se propone? Hay estudios que demuestran que los patrones mentales y el diálogo interno que utilizamos en situaciones en que alcanzamos nuestro objetivo es diferente al que usamos en aquéllas otras en las que no lo conseguimos.


Cuando un objetivo nos motiva y no tenemos miedo a fracasar en el intento, nuestros patrones mentales trabajan y se orientan a su consecución sin importar los obstáculos. La forma en que nos hablamos a nosotros mismos y el enfoque con el que planteamos la consecución de dicho objetivo harán que se incrementen significativamente las probabilidades de éxito o de fracaso.


A continuación, comparto con vosotros algunas sencillas pautas para utilizar el lenguaje a vuestro favor y no en contra a la hora de plantearos los objetivos que queréis conseguir:


  1. El Uso del "NO": "No puedo comerme un helado". ¿Qué es lo primero que ha venido a tu mente? Efectivamente, un helado e, incluso puede que te hayas visualizado comiéndotelo. La negación o el "NO" no se da en las experiencias primarias de las imágenes, sonidos o sensaciones y, por tanto, la mente no lo registra, pero la imagen sí. Por ello, el helado y la acción de comerlo aparece en nuestra mente y entonces se nos antoja. Así que, debemos buscar auto mensajes alternativos más positivos. Ejemplo: Sustituimos "No puedo comer un helado" por "Voy a comerme fruta", "Me conviene comer verdura". Eso no hará que nos entren unas ganas de locas de comerlas ni cambiará tu estado de ánimo al instante, pero sí facilitará que no tengamos que luchar de la misma manera contra la tentación de comernos ese helado que ya tenemos presente en nuestra mente y que tanto nos cuesta sacarnos de ella hasta que nos lo comemos. Puedo decir: "Quiero estar bien y alegre" en lugar de "No quiero estar triste". Cómo nos visualizamos a nosotr@s mism@s es diferente.

  2. El Uso de "Un día de estos, la semana que viene, otro día...": este tipo de términos son ambiguos porque no están definidos en el calendario ni anclados en el tiempo. Siempre implican un acción futura y nunca presente, por lo que nos liberan del compromiso de llevarlo a la acción y confunden a nuestra mente. Para llevar un objetivo a cabo, ponle fecha concreta en el calendario e incluso un horario específico. Cuanto más concreto, más sencillo sera llevarlo a la acción.

  3. El "Tengo que...": Este término lo solemos asociar a una obligación o a cosas que nos disgustan o nos cuestan realizar por lo que, ya de partida, supone un freno para la consecución de un objetivo. Sustitúyelo por afirmaciones más positivas: "Quiero hacer..." en lugar de "Debo hacer...".

  4. Los "Sí, pero...": Esa parte negativa que incluimos detrás del "pero", anula por completo la parte positiva que viene antes. Invierte las frases. Si percibes algún punto negativo, invierte el orden de la frase y pon detrás del "pero" la parte positiva. Ejemplo: "No tengo muchas ganas de ir al gimnasio pero cuando voy me siento bien y a gusto conmigo mismo" en lugar de "Me siento bien cuando voy al gimnasio pero no tengo ganas de ir". El efecto que produce una y otra frase en nuestra mente no es el mismo.

  5. Elimina de tu vocabulario frases como "¡Qué pereza!", "¡Qué aburrido!" Hacen que nuestro cuerpo se relaje automáticamente y perdamos el interés por ello. Sustitúyelo por auto instrucciones más positivas.

¡Recuerda! La forma en que te hablas y orientas tus objetivos determina en un alto porcentaje la probabilidad de conseguir lo que te propongas.


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Rosa Mª Sanz López

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